A los políticos no les salen las cuentas. Es materialmente imposible que haya dinero para todo, incluidas las ofertas electorales de última hora para arañar votos: el dinero tiene que salir de algún sitio. Y es que últimamente parece que se nos olvida que cuanto más nos den o más pidamos, más dinero habrá que recaudar de una manera o de otra, puesto que todo -absolutamente todo- saldrá de nuestros propios bolsillos.
Como subir los impuestos no es popular ni genera votos -más bien todo lo contrario-, en vez de recurrir a ese método, por otro lado normalmente el más justo por aquello de la proporcionalidad, se recurre al método de las multas y la sanción. De esta forma, no todos los ciudadanos pagan -de momento los peatones y usuarios de transporte público están exentos-, con lo cuál sigue habiendo una buena masa de posibles votantes sin cabrear y a los que incluso les pueden llegar a parecer adecuadas las medidas. Es el famoso "como el tema no va conmigo, me parece estupendo", que tanto caracteriza a nuestra moderna y egoísta sociedad.
Esta forma de recaudar por sectores o de forma parcial no es nueva y existe desde hace muchos años. El problema es que la voracidad de los políticos se ha disparado en los últimos tiempos, casi al mismo ritmo que su necesidad de tapar con ofertas estrella y dádivas, su mala gestión, su negligencia, su escasa creatividad a la hora de diseñar campañas electorales, o sencillamente su incapacidad para conseguir verdaderos méritos con los que postularse como candidatos a unas elecciones. La mayoría de ellos son mediocres y recurren a soluciones fáciles para resolver SU problema -el de ser o no ser elegidos, digo-, a falta de soluciones más imaginativas, más adecuadas para resolver el problema -si es que verdaderamente existe así planteado- y sobre todo, más justas y eficaces a medio y largo plazo. El futuro no importa y el presente se puede hipotecar.
Es entonces cuando aparecen los "iluminati", los de la recta moral, los que se preocupan de verdad por nosotros y nuestra salud, los que velan por nuestra integridad, los nuevos ángeles de la guarda, que no dudarán en inundar nuestras carreteras de paneles digitales con mensajes amenazantes: "si bebes te encarcelo"... "si corres te vas a enterar"... "si pasas de tal velocidad eres un delincuente"... "si pudiera conducir por ti, yo lo haría mucho mejor"... "eres un asesino en potencia"... "si conduces, lo llevas claro". Una verdadera orgía de amenazas impartidas por los nuevos "políticos absolutos", que han hecho de su "verdad" ley para castigar y sancionar durísimamente a quien ose convertirse en transgresor. Hemos pasado de ciudadanos libres a ciudadanos bajo continua sospecha, sobre los que habrá que descargar todo el peso de la ley a la mínima infracción.
Pero es que eso no es todo. No contentos con sumirnos en este desolador panorama de merma de libertades y extorsión, encima pretenden justificar todo ello: "es por el medio ambiente"... "es para salvar vidas"... "es por tu bien"... "es que como sois todos tontos y criminales en potencia, os tenemos que decir continuamente lo que tenéis que hacer". Y lo más triste, es que todavía hay quien se lo cree y quien acepta el juego de nuestros políticos.
Si de verdad les importase algo el medio ambiente -más allá de su utilidad para ganar votos-, se plantearían la más que dudosa SOSTENIBILIDAD de nuestro modelo social. Si de verdad les importase algo nuestras vidas -más allá de la orientación de nuestros votos-, se cuestionarían muchas más cosas... entre ellas, su propia ineptitud y su indignidad como representantes y gestores.
Al final hacen lo que les da la gana y terminan convirtiendo en criminales a quienes en modo alguno los son y convenciendo a los demás de que con leyes como esa mejorará la contaminación y nuestra sociedad en general. Claro... ahora ya entiendo que se me multe por circular en moto por los Monegros... y en cambio se permita arrasar allí mismo más de 2.000 hectáreas para construir un "Las Vegas" en Europa. Si es que no te enteras, Alberto, no te enteras...