Saludos a todos.
El siguiente post es extenso, pero os pido por favor que lo leáis con atención. Es muy importante.
En el briefing se nos facilitó una información muy importante: durante la Rider vamos a cruzarnos, no con una, sino con dos pruebas ciclistas, con quienes tendremos que compartir carretera.
a) La primera, en el tramo La Vansa - Ager, es una marcha cicloturista que, afortunadamente, circulará en sentido opuesto a nosotros. No será preciso tener que realizar adelantamientos, lo que hubiera supuesto un completo caos (más de 1.000 motos adelantando a otros 1000 ciclistas que hay inscritos. Mejor no pensarlo).
- Pero, aunque no haya que adelantarlos, sí coincidiremos con ellos en un tramo muy estrecho. Cuidado con adelantar a otras motos y encontrarnos en sentido contrario ciclistas que, a lo peor, no circularán en línea como sería su obligación, sino en paralelo o incluso en grupo. Mucho, muchísimo cuidado.
b) La segunda, en el tramo siguiente (Ager-Agramunt), concretamente en el punto de control de Agramunt. Se trata de una prueba de competición, con sus corredores, cronómetros y demás parafernalia. Y, en la parte que nos ocupa, tendremos que cruzar, para acceder al punto de control y salir de él, a través de un carril bici en el que, obviamente, los ciclistas circulan con prioridad de paso. Si toca esperar a que pase el pelotón entero, se espera. Podemos aprovechar para ir preparando el pasaporte Rider.
Y ahora viene lo que realmente quería contar. Supongamos que se ha producido un accidente, una colisión con uno o varios ciclistas:
* En el primer momento, el de la colisión, el vehículo a motor tiene las de ganar. Aquí rigen las leyes físicas, que nunca se derogan ni se suspenden. El ciclista llevará, siempre, la peor parte. Al motorista tampoco le irá bien, pues un choque implica caída y una caída implica daños y lesiones, pero como vamos (o deberíamos ir) “acorazados” (casco, guantes, chaqueta y pantalón con protecciones, botas con protección de tobillo), es posible que la colisión nos salga más barata (gratis, nunca).
* Pero llegará el segundo momento, regido por leyes humanas: la determinación de la responsabilidad del accidente, y sus consecuencias legales, que pueden ser de extrema gravedad (privación del derecho a conducir e incluso prisión). Y aquí ya os puedo garantizar que, salvo rarísimas excepciones, el que tiene las de perder es, casi siempre, el conductor de vehículo a motor.
En efecto, si el ciclista sufre lesiones o fallece, dad por hecho que la responsabilidad recaerá sobre el motorista. ¿Injusto? Tal vez, porque los ciclistas, que están obligados a cumplir las normas viales exactamente igual que cualquier otro usuario de la vía, muchas veces no lo hacen. Pero aquí no se trata de valorar si es justo o no, sino de tener claro que, guste o no, será así (y sé de lo que hablo). Los ciclistas, igual que los peatones, los ancianos o los niños, constituyen, en terminología de seguridad vial, un “colectivo vulnerable”. Ante su presencia, el conductor de vehículo a motor está obligado a extremar la precaución, empezando por una velocidad moderada y un cuidado escrupuloso en los adelantamientos, cesión de paso, etc.
Así las cosas, si, tras el accidente entre ciclista y motorista, se llega a la conclusión de que este último no extremó esas precauciones, podrá ser considerado responsable de la muerte o lesiones del ciclista. Y es peor: podrá considerarse que incurrió en imprudencia grave, especialmente si, además, cometió alguna infracción (velocidad superior a la permitida, adelantamiento prohibido, saltarse un ceda o Stop) que fue determinante del accidente. En tal caso no hablaríamos de infracción administrativa o simple sanción pecuniaria, sino de la comisión de un delito que, aparte la privación del derecho a conducir durante muchos años, podría acarrear prisión. No es broma.
Conclusión: Esta Rider tiene 1.000 kilómetros. Según se explicó en el briefing, la convivencia con los ciclistas no llega a 10 km, es decir, un 1% del recorrido. Por favor, extrememos las precauciones y seamos respetuosos. Sea por humanidad, por urbanidad, por educación… o por conveniencia. Aparte lo principal (quitar la vida o causar lesiones graves a otra persona es algo que, en un ser humano normal, deja sentimiento de culpa para siempre), no nos arriesguemos a vernos privados de la posibilidad de seguir conduciendo nuestras motos, menos aún entre rejas. Sacrifiquemos ese insignificante 1% del recorrido para disfrutar del restante 99%.
Nos vemos el día R.